Incrementar la resiliencia de las empresas es quizás uno de los retos más importantes cuando se habla de los efectos adversos del cambio climático. Este concepto de resiliencia, según The Business Continuity Institute se evidencia como “la cualidad en las organizaciones que les permite gestionar las crisis y la interrupción de las operaciones, resistir a los choques repentinos y adaptarse a los cambios”. Sin embargo, dicha cualidad solo será posible si las empresas reconocen la necesidad de afrontar e incorporar entre sus riesgos las variables de mitigación y adaptación al cambio climático, pues de lo contrario se podrá ver afectada su competitividad en términos de valor y beneficios frente a los consumidores.
En el texto empresa y cambio climático publicado por la Organización de Naciones Unidas, se plantea que “los cambios climáticos ejercerán un impacto directo sobre las empresas pues afectarán, por ejemplo, a sus infraestructuras e inversiones. La legislación ampliará su alcance y extensión a medida que el electorado vaya adquiriendo una mayor conciencia del problema y los gobiernos reaccionen a las consecuencias del cambio climático y los costes de las medidas de adaptación.”
En el caso de nuestro país, el Estado fijó como Contribución Determinada a nivel Nacional, una reducción del 51% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero GEI a 2030, lo que sin duda hará que en un futuro cercano las organizaciones tendrán desde un punto de vista normativo, una obligatoriedad de asumir una disminución en sus emisiones, pues dicha contribución implica un trabajo mancomunado como Estado.
A nivel de disposiciones normativas ambientales, encontramos por ejemplo que la ANLA ya inició con la expedición de las buenas prácticas de cambio climático para proyectos, obras o actividades objeto de licenciamiento. Si bien el desarrollo de los mismos a la fecha no es obligatorio, se cuenta con una hoja de ruta para incluir las variables de cambio climático, lo que permite que las actividades sujetas a licencia ambiental, deberán incluir en sus estudios de impacto ambiental análisis de adaptación y mitigación.
Por su parte, el pasado mes de agosto de 2021 el Departamento Nacional de Planeación, expidió la “Herramienta para la gestión de los riesgos climáticos en el sector empresarial” en el cual se destaca la necesidad de articular el cambio climático a las actividades de sensibilización, planificación estratégica, ventas, aprovisionamiento, recursos humanos, cadena de valor y responsabilidad social de la empresa. En dicha herramienta se destaca que el conocimiento de los riesgos asociados al cambio climático, permitirá asumir decisiones que van a favor de factores de competitividad, incluyendo estándares económicos y decisiones de mercado asociados al consumidor. Dichas decisiones generará una necesidad de realizar adaptaciones internas y externas en las diferentes compañías.
Ahora bien, además de las necesidades de reconocer y poder mitigar y adoptarse a los riesgos descritos, las acciones realizadas en materia de cambio climático tienen una injerencia directa en el creciente interés de las instituciones financieras e inversores en empresas con desarrollos sostenibles y renovables; la sensibilización de los consumidores en los productos de consumo sostenible; la preocupación de los Estados por generar e incentivar la generación de empresas sostenibles; y el aumento de los proveedores en la verificación de requisitos ambientales.
En conclusión se hace necesario que las empresas inicien con un proceso de evaluación de las diferentes variables a considerar en esta temática, y posteriormente incluyan entre sus obligaciones las actividades encaminadas a trabajar arduamente en enfrentar sus efectos y adaptarse a sus condicionamientos.
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